Me encanta este rincón. Han puesto un banco nuevo, al lado de la fuentecita y debajo del castaño. Te tengo enfrente y vengo a contarte varias cosas. Algunas ya las sabes, ciertos cambios en mi vida con los que sé que estarías de acuerdo.
¿Te gusta mi coche nuevo? Se acabaron los energúmenos de cuatro ruedas, el gasto indecente en gasolina, las dificultades para aparcar. Tus nietos lo llaman el huevo y se pelean por ir delante. A meterse atrás lo llaman enhuevarse: -Hoy te toca enhuevarte a ti. -¡Ja, lo flipas! Yo no me enhuevo ni de coña. Y así, pero a mí me da igual. Tampoco me dejan conducir cuando van ellos: o tu nieta o su novio. Hija, sólo tú confiabas en mis aptitudes... ¿o no? Porque ese pie derecho tuyo, frenando sin parar aunque no tuvieras pedales... El caso es que estoy satisfecha, además, ya no rompo los faros del de detrás. Me avisa cuando aparco de que me acerco demasiado: bip, bip, bip, biiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiip. Te advierto que mucha tecnología, pero se cuela. Cuando bajo y miro detrás, quedaba todavía un buen trecho para tocar al otro. El caso es que ya no tengo que dejar papelitos en los parabrisas pidiendo perdón y dando mis datos. Los debe tener medio Madrid.
Estuve en el Corte Inglés y te compré estas flores de Pascua de mentira. Ya sabes que no me gustan, pero dan el pego y llueve mucho, así te duran las fiestas. Es que, ¿sabes? , nos vamos a Túnez a pasar el fin de año y volveremos en Reyes. Mis consuegros quieren mucho a tu nieta y la invitaron a ir. Luego me apunté yo con Dani. Como Juan paga el viaje de Celia, pues yo le pago el viaje a Sara, la novieta de tu nieto. Sí, una ruina, este año no hay regalos. A última hora se ha apuntado mi amiga Lola con su hija. Estoy deseando verla por el desierto en zapatillas. Me he dado cuenta que nunca la he visto sin unos tacones inmensos, sin pintar, sin un pelo fuera de sitio. Ella sigue con sus problemas y su divorcio, metiéndose en el correo y las cuentas de su ex. Yo ya la he avisado de que va a terminar en la cárcel. No importa, vamos a buscar un loft en Hammamet por si tiene que salir por patas. Está todo controlado.
Ah, estuve en Barcelona con Cris. ¡Cómo se acuerdan de ti! Me invitó su madre a comer y me emocionó con sus recuerdos. Te acuerdas que a mí no me gustaba que estuvieras siempre aparte en la playa, que no te juntaras con las demás madres. Y la madre de Cris me dice que eras la persona más discreta del mundo, que en aquellos corrillos se despellejaba al más pintado, menos tú, que siempre te sustrajiste a aquel ambiente tan cruel e insano. Qué cosas, cuando eres una jovenzuela sólo quieres ser una más. Tú nunca fuiste una más. Fue estupendo recordar, recordarte a través de otros.
Hay un nuevo miembro en la familia, se llama Tango. Es un schnauzer precioso, simpático, juguetón y cariñoso. Es el nuevo perro de la bruja de tu hija mayor. Sí, hasta la miro con más simpatía. Es que no sabes lo mono que es, con ese bigote y esas cejas blancas que le tapan los ojos. El abuelo está como loco con él.
Por cierto, nos hemos aficionado a CSI. Al principio la veíamos porque sabíamos que era tu serie preferida, como siguiendo tus huellas, como si verla tapara tu ausencia. Pero ahora no nos perdemos un capítulo. Siempre estamos esperando a que Horatio Caine, con ese instinto de sabueso, suelte su sentencia: "El asesino ha cometido su segundo error." Y la forense que le pregunta: "¿Cuál es el primero? Y Horatio que responde: "Haber matado..." ¡Chinnn, tatatachinnnnnnnnnn! Ese es el punto álgido, el que estamos esperando siempre. Dice Celia que estabas secretamente enamorada del tal Horatio. Vaya, vaya, qué calladito te lo tenías...
Empieza a llover. He de irme ya. Cuando vuelva, si todo sale bien, te cuento.
Feliz Navidad.