miércoles, septiembre 27, 2006

Animal crossing

Estábamos atrapadas en el consabido atasco en la Castellana, en esta jaula en que se ha convertido el Madrid de Gallardón. Mi hija se acordó de repente de algo y llamó por el móvil a Pablo.

-Pablo, he quedado con Aurora a las nueve y media. Se me había olvidado.

Nunca había oído ese nombre, así que le pregunté quién era. A partir de ahí, sin inmutarse, como la cosa más normal del mundo, desgranó toda una serie de personajes y una historia que vive a través de una maquinita. Incluso, está pagando una hipoteca, lo que pasa es que lo hace con bayas en lugar de con euros. Mejor. Puede que sea la única casa que pueda llegar a pagar.

-¿Aurora? Nunca me has hablado de ella.
-Sí, mamá, Aurora la pingüina.
-¿Que has quedado con una pingüina llamada Aurora a las nueve y media? Hija, estás chalada.
-Ah, ¿pero no te he contado lo de mi pueblo?
-Ah, ¿pero es que esa cita la puedes explicar?
-Sí. Me he hecho un pueblo que se llama Manzana, en la playa. Ahora estoy pagando una hipoteca a Nook, el mapache. A Nook le va estupendamente, tiene una tienda de ultramarinos y ha ido ampliando sus negocios. Yo le vendo melocotones y voy pagando la hipoteca. Hay un museo en el pueblo y allí llevamos fósiles que encontramos en las excavaciones, peces para el acuario e insectos para el mariposario. Me está quedando precioso.
-Así que tenéis un museo. ¿Y cuántos y quiénes sois?
-Muchos. Algunos se van y otros vienen de otros pueblos. Aurora ha venido de Ochate. Si no acudo a la cita puede enfadarse e irse a otro pueblo. Olivia no me habla, me ha dicho que soy una maleducada porque habíamos quedado a las dos y media el domingo pero como comimos fuera, se me olvidó.
-Y Olivia es...
-La gata. Pero tampoco me importó mucho, era algo creída y resabiada. También están las hermanas Manitas, diseño que pones, diseño que quitas. Son dos erizos que venden ropa. Yo pongo diseños míos por si alguien los quiere comprar. De ahí el nombre de la tienda. ¿Y Tomasa, la jabalina? Esa viene los domingos a vender nabos que luego le revendo a Nook. Es la única forma de comprar los muebles y pagar la hipoteca.
-Espera, espera… ¿pero de qué mundo me hablas?
-De Manzana, mi pueblo. Ubícate, mamá, y acelera que no llegamos nunca.


No daba crédito. La verdad es que el trayecto se me hizo corto escuchando las historias de Manzana, el pueblo de mi hija. Pero hay muchos pueblos, todos distintos, y se visitan. Se conectan por wifi con otra mucha gente y van de pueblo en pueblo, cada uno de los cuales tiene sus personajes y sus frutas autóctonas; patos taxistas, castores usureros, búhos buhoneros...

Menos mal que pronto empiezan las clases.

domingo, septiembre 24, 2006

Salvador

Vimos el viernes la película de Manuel Huerga sobre el anarquista Salvador Puig Antich, ejecutado a garrote vil por el régimen franquista en 1974.

El protagonista, Daniel Brühl, borda el papel, para mi gusto. Recrea al típico chico con aspiraciones de cambiar el mundo en aquellos últimos años de la dictadura; lo que algunos se empeñan en llamar la dictablanda. Que se lo cuenten a Salvador y a otros muchos que vivieron los últimos zarpazos de viejo león herido de muerte.

Destaco a Tristán Ulloa, pero reconozco que no soy ecuánime; siempre me gusta. Me parece un actorazo. Y escuchando varias entrevistas a los protagonistas, me llama la atención que ninguno de ellos, excepto Daniel Brühl, hubieran oído hablar de Salvador Puig Antich. Lo curioso es que Daniel es de padre alemán y madre española. Así estamos en España, sin conocer nuestra historia más inmediata. Lo que no se conoce es fácilmente manipulable.

Como era de esperar, tuvo un juicio sin garantías jurídicas, una pantomima con un tribunal militar que ya llevaba preparada la condena en su bolsillo como lección de firmeza por el atentado de Carrero Blanco. Salvador, con veintipocos años, fue el chivo expiatorio.

Fui con mis hijos y salieron emocionados. Me hacían preguntas y más preguntas. Yo era una adolescente entonces, pero recuerdo aquellos momentos turbulentos perfectamente. Es una película que emociona.

Parace ser que la familia de Salvador sigue pidiendo la revisión del juicio. Hay gente a la que eso de las revisiones les parece fuera de lugar. Yo creo que, al menos, sería un signo de normalidad y de dignidad hacia la familia que públicamente se reconociera que la sentencia fue injusta y Salvador no contó con las mínimas garantías jurídicas. Tienen todo el derecho a pedirlo y a una reparación. Esperemos que la Ley de la Memoria Histórica aborde el tema de la revisión de juicios y condenas. Es una cuestión de justicia para con aquellas familias.

Recomiendo la película. Se atisba la Barcelona de aquellos años y la ilusión de la gente por cambiar las cosas, aunque algunos quisieran hacerlo de forma equivocada. Es una de las últimas escenas, cuando Salvador ve el artilugio con el que le van a matar, el garrote vil, y dice: qué putada, esto sí que es una putada..., no se oía una mosca en el cine, había un silencio que se cortaba. Se podían oir, eso sí, las lágrimas resbalando por muchas mejillas. Y la carrera de su hermana pequeña hacia la cárcel Modelo, cuando la dejan salir del colegio porque está triste y le pregunta una profesora: ¿qué te pasa? "Que están matando a mi hermano".

Salimos todos hechos polvo.

Feliz domingo.

sábado, septiembre 23, 2006

Sí, caí

Caí. No pensaba en ello. ¿Para qué? ¿Otro blog? ¿Más cuitas que contar? Ah, pero en esta tarde en la que entra el otoño, mientras hacía un bizcocho, me he dicho: zinnia, ¿por qué no?

La culpa la tiene Alicia y su espejo. No creo que tenga su tesón, pero voy a intentar pasear por esos mundos de su mano, sin su permiso, faltaría más.

Por cierto, hablando de otros mundos, tengo que hablar de Manzana, el pueblo virtual de mi hija, plagado de personajes.

Pero eso será mañana, o pasado...