Animal crossing
Estábamos atrapadas en el consabido atasco en la Castellana, en esta jaula en que se ha convertido el Madrid de Gallardón. Mi hija se acordó de repente de algo y llamó por el móvil a Pablo.
-Pablo, he quedado con Aurora a las nueve y media. Se me había olvidado.
Nunca había oído ese nombre, así que le pregunté quién era. A partir de ahí, sin inmutarse, como la cosa más normal del mundo, desgranó toda una serie de personajes y una historia que vive a través de una maquinita. Incluso, está pagando una hipoteca, lo que pasa es que lo hace con bayas en lugar de con euros. Mejor. Puede que sea la única casa que pueda llegar a pagar.
-¿Aurora? Nunca me has hablado de ella.
-Sí, mamá, Aurora la pingüina.
-¿Que has quedado con una pingüina llamada Aurora a las nueve y media? Hija, estás chalada.
-Ah, ¿pero no te he contado lo de mi pueblo?
-Ah, ¿pero es que esa cita la puedes explicar?
-Sí. Me he hecho un pueblo que se llama Manzana, en la playa. Ahora estoy pagando una hipoteca a Nook, el mapache. A Nook le va estupendamente, tiene una tienda de ultramarinos y ha ido ampliando sus negocios. Yo le vendo melocotones y voy pagando la hipoteca. Hay un museo en el pueblo y allí llevamos fósiles que encontramos en las excavaciones, peces para el acuario e insectos para el mariposario. Me está quedando precioso.
-Así que tenéis un museo. ¿Y cuántos y quiénes sois?
-Muchos. Algunos se van y otros vienen de otros pueblos. Aurora ha venido de Ochate. Si no acudo a la cita puede enfadarse e irse a otro pueblo. Olivia no me habla, me ha dicho que soy una maleducada porque habíamos quedado a las dos y media el domingo pero como comimos fuera, se me olvidó.
-Y Olivia es...
-La gata. Pero tampoco me importó mucho, era algo creída y resabiada. También están las hermanas Manitas, diseño que pones, diseño que quitas. Son dos erizos que venden ropa. Yo pongo diseños míos por si alguien los quiere comprar. De ahí el nombre de la tienda. ¿Y Tomasa, la jabalina? Esa viene los domingos a vender nabos que luego le revendo a Nook. Es la única forma de comprar los muebles y pagar la hipoteca.
-Espera, espera… ¿pero de qué mundo me hablas?
-De Manzana, mi pueblo. Ubícate, mamá, y acelera que no llegamos nunca.
No daba crédito. La verdad es que el trayecto se me hizo corto escuchando las historias de Manzana, el pueblo de mi hija. Pero hay muchos pueblos, todos distintos, y se visitan. Se conectan por wifi con otra mucha gente y van de pueblo en pueblo, cada uno de los cuales tiene sus personajes y sus frutas autóctonas; patos taxistas, castores usureros, búhos buhoneros...
Menos mal que pronto empiezan las clases.
-Pablo, he quedado con Aurora a las nueve y media. Se me había olvidado.
Nunca había oído ese nombre, así que le pregunté quién era. A partir de ahí, sin inmutarse, como la cosa más normal del mundo, desgranó toda una serie de personajes y una historia que vive a través de una maquinita. Incluso, está pagando una hipoteca, lo que pasa es que lo hace con bayas en lugar de con euros. Mejor. Puede que sea la única casa que pueda llegar a pagar.
-¿Aurora? Nunca me has hablado de ella.
-Sí, mamá, Aurora la pingüina.
-¿Que has quedado con una pingüina llamada Aurora a las nueve y media? Hija, estás chalada.
-Ah, ¿pero no te he contado lo de mi pueblo?
-Ah, ¿pero es que esa cita la puedes explicar?
-Sí. Me he hecho un pueblo que se llama Manzana, en la playa. Ahora estoy pagando una hipoteca a Nook, el mapache. A Nook le va estupendamente, tiene una tienda de ultramarinos y ha ido ampliando sus negocios. Yo le vendo melocotones y voy pagando la hipoteca. Hay un museo en el pueblo y allí llevamos fósiles que encontramos en las excavaciones, peces para el acuario e insectos para el mariposario. Me está quedando precioso.
-Así que tenéis un museo. ¿Y cuántos y quiénes sois?
-Muchos. Algunos se van y otros vienen de otros pueblos. Aurora ha venido de Ochate. Si no acudo a la cita puede enfadarse e irse a otro pueblo. Olivia no me habla, me ha dicho que soy una maleducada porque habíamos quedado a las dos y media el domingo pero como comimos fuera, se me olvidó.
-Y Olivia es...
-La gata. Pero tampoco me importó mucho, era algo creída y resabiada. También están las hermanas Manitas, diseño que pones, diseño que quitas. Son dos erizos que venden ropa. Yo pongo diseños míos por si alguien los quiere comprar. De ahí el nombre de la tienda. ¿Y Tomasa, la jabalina? Esa viene los domingos a vender nabos que luego le revendo a Nook. Es la única forma de comprar los muebles y pagar la hipoteca.
-Espera, espera… ¿pero de qué mundo me hablas?
-De Manzana, mi pueblo. Ubícate, mamá, y acelera que no llegamos nunca.
No daba crédito. La verdad es que el trayecto se me hizo corto escuchando las historias de Manzana, el pueblo de mi hija. Pero hay muchos pueblos, todos distintos, y se visitan. Se conectan por wifi con otra mucha gente y van de pueblo en pueblo, cada uno de los cuales tiene sus personajes y sus frutas autóctonas; patos taxistas, castores usureros, búhos buhoneros...
Menos mal que pronto empiezan las clases.
7 Comentarios:
¡Que bueno!!!
Están inventando la naturaleza y la vida rural virtual.
Yo quiero tener mi pueblo. Estoy pensando en qué nombre le pondría.
Pues sí, queridas mías, puedes vivir en un pueblo sin moverte del centro de Madrid.
No te apures, pieldivina, cómprate la maquinita, consigue las bayas y... a jugarrrrrrrrr!
¡Ehhhhh! El gran Ostrata!!!! Chico, qué alegría leerte por aquí.
Un tirón de orejas y una colleja.
¡¡ostrata!! No me lo puedo de creé. ¿Pero qué hace un chico como tú en un sitio como éste?
Qué alegría me has dado. Ahora te hago una visitilla.
Un inciso: la que paga la hipoteca es mi hija al mapache.
Un abrazo para ti.
¿Pero qué maquinita, zinnia? ¿Qué bayas??? Ya tengo la visa en la mano, esperando tu respuesta, dispuesta a entrar en una tienda de esos trastos raros.
Veo que te ha impresionado el pueblo virtual.
La mquinita se llama Nintendo DS.
pieldivina... ¿a tu edad, jamía?
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